Por mucho que el tiempo pase y nos hagamos mayores hay una cosa que nos hace disfrutar como críos, una cosa que cada año esperamos con la ilusión de un niño pequeño. Ese día en que faja a la cintura y pañuelo al cuello el blanco y rojo inunda nuestras calles, ese momento en que, desde el balcón del ayuntamiento, se grita ''Viva San Miguel'', ''Viva Barillas'' y la respuesta de ''¡Viva!'' que resuena en toda la plaza. Y entonces silencio, un silencio expectante solo roto por el sonido del cohete que asciende majestuoso ante la mirada de todo el pueblo para estallar en lo alto y dar paso a las fiestas. La charanga suena, y hace enloquecer por un instante a todos, la gente se abraza, salta, baila y se olvida, por un momento, de todo lo demás, intentando dejar durante los siguientes cinco días a un lado todos los problemas.
Al son de las hojas
Hace 8 años
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